MESAS TEMÁTICAS Y SECTORIALES

La Secretaría Técnica de las Mesas Temáticas y Sectoriales con la Sociedad Civil, es un espacio ofrecido por el Senado para promover el diálogo y la colaboración entre las organizaciones de la sociedad civil y el poder legislativo. Es un espacio plural, amplio, integrador, respetuoso de la diversidad, que promueve un intercambio de ideas fructífero y propositivo entre los actores políticos y las organizaciones de la sociedad civil.

lunes, 21 de abril de 2014

INAUGURADO SEMINARIO MÁS Y MEJOR DEMOCRACIA.

Intervención inaugural de la Vicepresidenta de ACCION A.G. Francis Valverde.

Muy buenos días Sr. Rodolfo Baier, Subsecretario del Ministerio Secretaría General de Gobierno; Sra. Alexandra Knapton, Consejera Jefe de la sección Política, Información y Prensa de la Delegación de la Unión Europea en Chile; Sr. Camilo Ballesteros, Director Nacional de la División de Organizaciones Sociales del Min. SEGEGOB; Sr. Miguel Santibáñez, Presidente de la Asociación Chilena de Organismos No Gubernamentales ACCIÓN AG.

Un saludo especial a nuestros socios de este proyecto, la Universidad Central y la Red de Voluntarios y a la Unión Europea quien nos apoya financieramente.

Estimados Expositores y Moderadores.

Estimadas y estimados

El debate sobre la sociedad civil, quienes la componen y cuáles son sus características, ha estado presente en nuestra sociedad desde hace muchos años, pues da cuenta de las formas en que la ciudadanía se organiza. Desde la perspectiva de los derechos humanos, la existencia de una sociedad civil robusta y organizada expresa el nivel en que se encuentra el ejercicio del derecho a la participación y asociación de la ciudadanía; quien se organiza para exigir, demandar, apoyar, ejecutar y proponer políticas al Estado. Una sociedad civil débil y desorganizada da cuenta de una democracia limitada y con una legitimidad siempre cuestionada por su incapacidad de ser auténticamente representativa del conjunto de la sociedad.

Así planteado, hay organizaciones de la sociedad civil de diferente tipo. Están las de carácter filantrópico, las gremiales, las sociales, las de interés público, todas ellas sin fines de lucro. Mención especial nos merecen aquellas que nacen para la defensa y promoción de los derechos humanos, luchando por ellos durante la dictadura militar, y que han continuado exigiendo su respeto y garantía durante los distintos gobiernos democráticos. Esta voluntad de levantar la bandera de los derechos humanos es la que da cuenta de cómo los derechos humanos se han convertido en uno de los temas de mayor importancia en nuestra sociedad aunque rara vez sean objeto de la atención noticiosa cotidiana.



Aceptada esta relación profunda entre la sociedad civil organizada y participante en la vida de la sociedad y la democracia, se desprende, de ello con naturalidad el hecho de que estas organizaciones son y deben ser actores políticos, cumpliendo un rol canalizador de las energías que se despliegan en la sociedad frente a las innumerables situaciones que afectan a los seres humanos y los impulsan a cambiar su realidad y la realidad de sus congéneres y de sus comunidades. Visto así, las organizaciones de la sociedad civil deben cumplir un rol de activas observantes de la realidad y, por ende, tienen un rol fiscalizador del accionar del Estado. Estas tareas, de por sí complejas y usualmente incomprendidas, son insuficientes para dar sentido y proyecto a las organizaciones de la sociedad civil, por ello también ellas se asumen como agentes democratizadores y de garantes corresponsables de derechos en una estrecha concordancia con la doctrina de los derechos humanos que se desprenden del conjunto de convenciones y pactos que la humanidad ha adoptado para hacer realidad su principio fundante de que todos los seres humanos están dotados de igual dignidad.

La historia de las organizaciones de la sociedad civil nos habla de una difícil relación con el Estado, especialmente durante el período de la dictadura militar cuando una gran cantidad de ellas fueron consideradas y tratadas como enemigas. Sin embargo recordamos ese período como una etapa fundacional en el que se empezaron a construir los elementos que hoy nos permiten hablar con propiedad de sociedad civil, de sus organizaciones y sus maneras propias de enfrentar las tareas que se le demandan. Sin embargo, también damos cuenta de un período de gobiernos democráticos donde ha primado, por decir lo menos, la incomprensión del rol y ámbito de acción de las organizaciones de la sociedad civil, que llevó a muchas a dejar de existir y a otro número importante a sobrevivir en condiciones que les impedían cumplir cabalmente con su autoasignada misión dentro de la sociedad.

La segregación, la desigualdad, la fragmentación social, la discriminación, que hoy son los obstáculos estructurales que impiden a la sociedad chilena avanzar hacia niveles de desarrollo y cohesión social acordes con su crecimiento económico, ha sido facilitado por esta debilidad que como sociedad civil hemos tenido y por la falta de reconocimiento de su rol por parte del estado. Sin embargo, desde la misma sociedad civil se generó la respuesta que nos permite hablar hoy, de un nuevo ciclo en la relación de la sociedad civil y el Estado. Nos referimos ciertamente, a las masivas movilizaciones que en múltiples lugares del país y con una gran cantidad de temáticas convocaron a la ciudadanía a expresarse para lograr transformaciones que solucionaran efectivamente las situaciones que los afectaban. Muchas de estas situaciones están aún pendientes. Entonces podríamos caracterizar este nuevo ciclo como una etapa de problemáticas no solucionadas y una ciudadanía en latencia de movilización.


Esto nos lleva a señalar algunos desafíos para la relación entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil. El primero de ellos es ciertamente la necesidad de reconocerse mutuamente en sus roles y ámbitos de acción. Para el Estado ello significa resolver el tema del financiamiento y autonomía de las organizaciones de la sociedad civil, y para las organizaciones su profesionalización y aumento de su capacidad de propuestas. También es un desafío para el Estado la generación de auténticos mecanismos de participación que le permitan a las organizaciones de la sociedad civil ser parte de espacios decisionales eliminando viejas prácticas de cooptación. Y para las organizaciones de la sociedad civil, avanzar en su cultura organizacional que les permita aumentar su representatividad de los espacios sociales en que trabajan.

http://accionag.cl/ 

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